¿Por qué no usar tu auto un día?

Hace 32 años yo no vivía en la Ciudad de México, aunque aquí nací. De ese día recuerdo que, al regresar del colegio, le preguntábamos mis hermanos y yo por qué no servía la tele. Y entonces nos platicó: había temblado en México y las cosas no estaban nada bien. Ella ya se había podido comunicar con mi papá que estaba aquí, y con su familia. Todos los cercanos bien.

Pero poco a poco empezó a fluir la información, los canales de televisión restablecieron su señal y las noticias nos llegaban, los periódicos que nos llegaban con fotos de la Ciudad nos mostraban lo sucedido. Creo que por mi edad en ese entonces, y por la inocencia de la niñez no dimensioné lo sucedido. No fue sino hasta que venimos de vacaciones alrededor de 4 meses después que empecé a ver todo lo que hacía falta: todos los espacios vacíos que dejó aquel temblor. Todo lo que uno da por hecho y que no te das cuenta de su existencia hasta que no está.

Mañana 22 de septiembre, conmemoramos el día mundial sin auto. Y tal vez estés pensando en cómo puedo escribir sobre este tema cuando estamos en medio de esta emergencia. Pues hoy más que nunca me parece relevante, porque hoy nos piden a los ciudadanos no utilizar nuestro automóvil, desplazarnos de maneras diferentes y creativas para no taponear las vías terrestres y permitir el paso de ayuda y de vehículos de rescate a donde se necesite. Hoy estoy segura que, más allá de los más jóvenes, muchos de nosotros pensamos: ¿y cómo me voy? ¿y cómo llego hasta el punto de ayuda sin automóvil? Sí, es cierto que esta conmemoración busca concientizarnos en la reducción del uso de vehículos cuyas emisiones contribuyen en gran medida al cambio climático. Pero es precisamente esta concientización la que se busca para poder permitirnos descubrir nuevas rutas o formas alternas de desplazamiento que representen menor número de emisiones. Si tuviéramos estas rutas ya practicadas y trazadas, seguramente las vialidades de la ciudad estarían más despejadas.

Pero más allá del automóvil, es necesario no olvidar la vulnerabilidad en la que nos hemos colocado nosotros mismos.
Pero más allá del automóvil, es necesario no olvidar la vulnerabilidad en la que nos hemos colocado nosotros mismos. Decidimos vivir en una zona sísmica, altamente sísmica. Decidimos vaciar los mantos acuíferos. Y me dirás: “yo no lo decidí”. La realidad es que la inacción tanto tuya como mía en momentos ajenos a la urgencia y la tragedia (que al respecto un aplauso se queda corto) fue tácitamente una aprobación de lo que ha sucedido. Tú y yo vivimos aquí porque así lo hemos decidido. Las empresas establecidas aquí, la tuya y la mía, también así lo han decidido.

A nivel personal, ¿tienes algún plan de contingencia? ¿Y tu empresa lo tiene? Es verdad que ante tal tragedia como la que estamos viviendo sentimos una necesidad de estar informados – más ahora con las redes sociales y su inmediatez – y sobre todo, de poder colaborar, desde nuestros espacios y trincheras. Pero, ante nuestra decisión de vivir y trabajar aquí, también tenemos la responsabilidad de volver a la rutina, porque la economía así lo requiere, porque es nuestra responsabilidad ante todas las personas damnificadas la reconstrucción a largo plazo. Se los debemos.

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Autor

Ana Lucía Guasque

Asociada de Punto Verde donde se desempeña como consultora para el diseño de estrategias de sosteniblidad empresarial y co-diseña la estrategia de capacitación en línea, Ana Lucía tiene más de 12 años de experiencia en sostenibilidad empresarial, con énfasis en establecimiento de metas, seguimiento de medidores ambientales, así como fijación de metas de reducción de huella de carbono a nivel corporativo. Cuenta con amplia experiencia trabajando con colaboradores para el cambio de actitudes socio-ambientales mediante la capacitación. Ha desarrollado proyectos de inventario de emisiones para medir la huella de carbono de eventos, desde el diseño del programa para llevar a cabo la medición hasta el diseño de las iniciativas de reducción y mitigación.

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