Pero poco a poco empezó a fluir la información, los canales de televisión restablecieron su señal y las noticias nos llegaban, los periódicos que nos llegaban con fotos de la Ciudad nos mostraban lo sucedido. Creo que por mi edad en ese entonces, y por la inocencia de la niñez no dimensioné lo sucedido. No fue sino hasta que venimos de vacaciones alrededor de 4 meses después que empecé a ver todo lo que hacía falta: todos los espacios vacíos que dejó aquel temblor. Todo lo que uno da por hecho y que no te das cuenta de su existencia hasta que no está.
Mañana 22 de septiembre, conmemoramos el día mundial sin auto. Y tal vez estés pensando en cómo puedo escribir sobre este tema cuando estamos en medio de esta emergencia. Pues hoy más que nunca me parece relevante, porque hoy nos piden a los ciudadanos no utilizar nuestro automóvil, desplazarnos de maneras diferentes y creativas para no taponear las vías terrestres y permitir el paso de ayuda y de vehículos de rescate a donde se necesite. Hoy estoy segura que, más allá de los más jóvenes, muchos de nosotros pensamos: ¿y cómo me voy? ¿y cómo llego hasta el punto de ayuda sin automóvil? Sí, es cierto que esta conmemoración busca concientizarnos en la reducción del uso de vehículos cuyas emisiones contribuyen en gran medida al cambio climático. Pero es precisamente esta concientización la que se busca para poder permitirnos descubrir nuevas rutas o formas alternas de desplazamiento que representen menor número de emisiones. Si tuviéramos estas rutas ya practicadas y trazadas, seguramente las vialidades de la ciudad estarían más despejadas.
Pero más allá del automóvil, es necesario no olvidar la vulnerabilidad en la que nos hemos colocado nosotros mismos.
A nivel personal, ¿tienes algún plan de contingencia? ¿Y tu empresa lo tiene? Es verdad que ante tal tragedia como la que estamos viviendo sentimos una necesidad de estar informados – más ahora con las redes sociales y su inmediatez – y sobre todo, de poder colaborar, desde nuestros espacios y trincheras. Pero, ante nuestra decisión de vivir y trabajar aquí, también tenemos la responsabilidad de volver a la rutina, porque la economía así lo requiere, porque es nuestra responsabilidad ante todas las personas damnificadas la reconstrucción a largo plazo. Se los debemos.
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