Y así lo demuestra su historia en la tierra, que data de más de 100 millones de años, en donde han sido responsables de mantener la salud de las praderas submarinas al alimentarse de ellas y permitir que los nutrientes sigan llegando y creciendo al igual que en los arrecifes de coral; también proporcionando hábitat y alimento para otros tipos de vida marina, como los pequeños peces que en ocasiones vemos se alimentan o viajan gracias a sus majestuosos caparazones; además de facilitar el ciclo de nutrientes entre los mares y las costas por sus travesías entre estos dos ambientes. Y también son presa de animales mayores, teniendo un rol crucial en la cadena de alimentación del mar.
En el mundo existen 7 especies de tortugas marinas, solo una de ellas no llega a nuestras costas a desovar. ¡Qué enorme privilegio para nosotros! Pero es una más grande responsabilidad – de permitirles tener los espacios seguros para desovar en nuestras cosas, de protegerlas de la pesca comercial que se realiza en nuestros litorales.
La acción individual inmediata es posible
Existen especies de tortugas marinas que se encuentran ya en peligro de extinción ecológica – es decir, el punto en el que, por la cantidad de individuos vivos de una especie no es posible llevar a cabo su función dentro del ecosistema y así llenar de beneficios los océanos. ¿En qué momento nos daremos cuenta, como especie, por nuestra propia sobrevivencia, que nos es conveniente cuidarlas, respetar sus hábitats, ayudarlas a que sus crías nazcan de manera segura? ¿En qué momento aplicaremos adecuadamente el principio precautorio – que es cuando si no se conocen todos los resultados de una acción determinada por la incapacidad, más no voluntad, científica de llegar a dicha verdad, deben implementarse medidas para evitar la actividad en sí misma – por decir, para la pesca? Tenemos cierta evidencia de las funciones en los ecosistemas de las tortugas marinas, pero al habitar en los océanos es muy probable que desconozcamos muchos más servicios ecológicos que llevan a cabo en el mar.
La acción inmediata individual es posible: apuesta por la reutilización, fomenta y empuja el reciclaje, dale más vida útil a los artículos de plástico, busca cómo lograr una economía circular, dispón de tus residuos adecuadamente, mantén limpios los ríos y las cuencas, cuando vayas a la playa sé responsable… y, ¿sabes? Con estas acciones no sólo las estarás cuidando a ellas: a final de cuentas, también te estarás cuidando a ti.