El caso es que abrí los ojos por que escuché un ruido extraño y ahí daban vueltas tres murciélagos de cola libre o (Tadarida brasiliensis). El sol estaba despegándose del horizonte y era inminente que llegaran pronto a su guarida durante el día. En cuanto detectaron mi movimiento se inquietaron, y uno de ellos, el más pequeño, se sostuvo de la pared y se colgó detrás de unas flores de sotol que cuelgan como adorno. El otro par dieron un par de vueltas más y se salieron sin problemas.
El suceso me dejó emocionada y responsable, durante una jornada, del bienestar del joven quiróptero. Decidí evacuar la habitación por el día para que lo pudiera pasar bien durmiendo, resguardado detrás del adorno.
Mi primera reflexión fue de mucha alegría; significa que las cosas – desde la perspectiva ambiental – no están tan, tan mal. Hay insectos para comer y ellos se encargan de hacerlo… agradecida. Sin embargo, su aparición me dejó en un estado reflexivo sobre lo que me ha tocado ver en los últimos 30 años por estas ventanas.
Sin duda las faldas del Cerro de la Silla se han decorado de ciudad, en unos lados más que en otros. Qué decir del Topo, las Mitras o cualquiera de las tantas lomas que hay por la gran metrópoli regiomontana. Aunque cohabitemos con estos mamíferos voladores, la ciudad ha tomado un rumbo que parece difícil de parar.
Esto sin contar aún el cambio en el paisaje. Lo que en el pasado fue un acto de resistencia hoy parece estar siendo abonado. Así es, me refiero al desarrollo vertical y la gentrificación que lo suele acompañar. Los habitantes de toda la vida de ciertas colonias están ya pensando en moverse por que sus casas están rodeadas de oficinas; las avenidas residenciales se convierten en comerciales; las casas se derrumban y los desarrolladores hacen su agosto todo el año.
Los habitantes de toda la vida de ciertas colonias están ya pensando en moverse por que sus casas están rodeadas de oficinas, las avenidas residenciales se convierten en comerciales…
Lo mismo podríamos decir de los paisajes urbanos no observables desde la Vista Hermosa. En el municipio de San Pedro, por todos lados, se derrumban casas y crecen a ritmos increíbles torres altas, altísimas de uso mixto, comercial y habitacional. Esta densidad ya se ve en las calles de toda la orbe ya que el San PedroCentrismo genera unos flujos vehiculares que mantienen congestionadas todas las arterias de la ciudad a horas pico.
Instantes de reflexión somnolienta alborotada por el batir de sus alas. Padecimientos cotidianos para todos los habitantes de la orbe. Ganancias insospechadas para desarrolladores. Necesidad de llegar a mejores términos para que esta redensificacion de la ciudad genere una ciudad caminable, sin tanto coche y que permita generar más espacios públicos, áreas verdes y posibilidades de revertir la mala calidad del aire que tenemos. Mientras tanto agradecer que, a pesar de todo, sigue habiendo murciélagos que se coman los insectos mostrándonos la esperanza en la resiliencia de las especies con las que cohabitamos en los sistemas urbanos.
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