Podemos y debemos. Porque nuestro país lo necesita. Porque compartimos lo que muchas publicaciones dicen; y estamos convencidos que tenemos, después de una terrible tragedia, una gran oportunidad. Una oportunidad que nos permita ir más allá de la reconstrucción y que nos lleve hacia cambios importantes en nuestro día a día, pero también en la forma en la que nos relacionamos e interactuamos con los demás.
Es increíble ver personas que, con todo su corazón, dirigen centros de acopio y se aseguran de estar el mayor tiempo posible presentes, pero al mismo tiempo continúan viendo cómo molestar al de enfrente, cómo hacerle la vida de cuadritos, cómo meterle el pie. Es momento de no quedarnos callados ante las injusticias que vemos. Es momento de realmente alzar la voz y ayudar al vecino, al desconocido.
Muchos jóvenes, principalmente, lo hicieron en estas últimas fechas ayudando a quitar pedazos de hogares que se fueron encima de las vidas de desconocidos. Y, si es mucho más sencillo y requiere menor esfuerzo ayudar en menor grado a las personas que tenemos alrededor, con las que convivimos de manera diaria, a las que se encuentran en las calles que transitamos de manera regular… ¿por qué nos cuesta tanto trabajo hacerlo?
Estas muestras de apoyo incondicional hasta el grado de dar la vida no son nuevas para los chilangos. Hace 32 años el mundo se sorprendió. Creo que hasta nosotros mismos nos sorprendimos. En 2017 leo grupos de personas que quieren asegurarse que la ayuda llegue, y que las comunidades que se encuentran más alejadas reciban el apoyo que tan urgentemente necesitan. Gente desplazándose kilómetros y kilómetros, buscando terminar de llenar camiones con víveres y medicinas. Sin duda, actos reales de heroísmo. Pero, ¿por qué no hacerlo con el que está enfrente? ¿Por qué no hacerlo directamente con los colaboradores de tu empresa? ¿Por qué nos es tan difícil hacer lo que, a simple vista, parece mucho más fácil?
¿Por qué nos es tan difícil hacer lo que, a simple vista, parece mucho más fácil?
Estamos absolutamente convencidos que esta sensibilidad que tenemos a flor de piel es aprovechable. ¡Es nuestra responsabilidad aprovecharla y capitalizarla! No podemos quedarnos en las imágenes y los videos que nos dicen qué grande es nuestro país y qué grandes somos nosotros. Personalmente pienso que eso es parte del luto que tenemos que vivir. Y es la manera de canalizar los sentimientos que algunos experimentamos. Todo es válido.
Lo que no es válido es quedarse en el donativo, quedarse en la cartulina del centro de acopio, en el mensaje que dice en qué piso se recibirán víveres en la empresa. No. Tenemos una responsabilidad con los que perdieron la vida, a sus familiares, sus hogares, sus medios de sustento: buscar en nuestra cotidianeidad la mejor manera de honrarlos por habernos permitido sacar lo mejor de nosotros; encontrar los espacios en nuestras empresas para que estos sentimientos y hermandad continúen; continuar con estas acciones de manera diaria.
Sin meterle el pie al de enfrente solo porque se puede; sin buscar pasar por encima del que sobresale porque nosotros no lo hacemos. Tu empresa, nuestra empresa son nichos ideales para que esto suceda. Te invito a pensar con creatividad, siguiendo los patrones colaborativos de la naturaleza como guía. Aprovecha los sentimientos de colaboración que tienen tus colaboradores para crear un voluntariado fuerte y congruente. Es responsabilidad de todos, tuya y mía.
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