Algunos datos, al martes 29 de agosto, eran que más de 919 kilómetros cuadrados de la ciudad estaban ya bajo el agua. Esto es un poco más superficie que 15 veces Manhattan o 7 veces San Francisco. Hasta la noche del lunes 28 de agosto, se tenía un conteo de más de 17,000 personas en albergues y, hasta ese momento, el costo estimado para reparar los daños ocurridos se estimaba en más de 50 mil millones de dólares.
Pero no solo está sucediendo, mientras estás leyendo esto, en Houston. En Nepal, India y Bangladesh, las lluvias del monzón ya han tomado la vida de casi 1,200 personas y desplazado a millones más. Las Naciones Unidas estiman que un total de 41 millones de personas se encuentran afectadas en los tres países y que 789mil casas-habitación tienen daños irreparables.
Las imágenes que recibimos de ambas situaciones en extremos contrarios del mundo son devastadoras. Debido a nuestra cercanía, no sólo geográfica sino también cultural con Estados Unidos, me parece natural que tengamos mucho más acceso a información de dicho país. Pero el evento es muy similar, aunque en dos realidades completamente opuestas. Estados Unidos, un país denominado de primer mundo, con recursos económicos (que tal vez no voluntades políticas, pero eso es tema de otro blog) suficientes para cuidar a la población y para reconstruirse. India, Bangladesh y Nepal, países denominados en vías de desarrollo, con poca infraestructura y servicios de emergencia en las zonas afectadas ciertamente representa más pérdidas de vidas humanas. Pero insisto, el evento es muy similar: lluvias alcanzando registros record.
…más nos vale estar preparados y continuar con la acción individual y particular, desde nuestros espacios para evitar eventos catastróficos mayores.
¿Por qué nos debería de preocupar a nosotros, desde la comodidad de nuestros espacios citadinos que, cuando mucho, sufrimos un poco más de tráfico? Existen muchas razones para tú acción inmediata (y la mía, claro está):
1) Ayer, 30 de agosto, Cuautitlán Izcalli. Alrededor de 300 viviendas afectadas por el desbordamiento de la presa El Ángulo. ¿La causa? Lluvias atípicas. Sí, no ha parado de llover en más o menos 2 días. Y, por lo que indica el reporte meteorológico, no dejará de llover al menos durante una semana más. Si tienes la suerte de no vivir o trabajar cerca de Cuautilán Izcalli, seguramente varios te envidian. Pero, mañana puede ser cualquier zona de esta caótica metrópoli. Aceptémoslo: no estamos preparados para las “lluvias atípicas”.
2) La liberación del precio de la gasolina que sufrimos a principios de este año ciertamente afectó nuestros bolsillos. Sin entrar en honduras de estar o no de acuerdo al respecto, resulta que México importa gran parte de su gasolina precisamente de las refinerías que se encuentran en el área de Houston, cuyas operaciones se encuentran hoy detenidas. Al día de hoy, hay un ligero aumento de algunos centavos en nuestra gasolina. Sin embargo, de continuar cerradas, tendríamos un impacto directo al tener un aumento más allá de “algunos centavos”. Ironías de la vida: una tormenta tropical – exacerbada por el cambio climático – ocasionado por las altas emisiones de gases de efecto invernadero – afectando el precio de la gasolina – cuya combustión produce más gases de efecto invernadero – contribuyendo aún más al cambio climático. De pensar, ¿no?
3) Houston se encuentra en un país que tiene amplios recursos para reconstruir zonas devastadas por las inundaciones. Bangladesh, India y Nepal no son países que tengan tantos recursos económicos a la mano para poder reconstruir su infraestructura. ¿Cómo estamos nosotros? ¿Estamos preparados? ¿Tenemos un plan de adaptación al cambio climático real, creíble, viable?
4) Cada vez, con mayor frecuencia, este tipo de eventos meteorológicos serán constantes, y tendremos que pasar de un típico “atípico” a un “regular” o algo similar. ¿Cuándo estaremos listos? ¿Cómo estaremos listos?
El cambio climático es un hecho que no podemos negar. Y con las metas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que los gobiernos se han impuesto a nivel internacional, no podemos esperar que los fenómenos meteorológicos reduzcan su intensidad. Por el contrario, más nos vale estar preparados y continuar con la acción individual y particular, desde nuestros espacios para evitar eventos catastróficos mayores.