Nuestro mundo global de hoy es color petróleo. Según la Agencia Internacional de Energía, en 2006 la producción mundial de crudo alcanzó su máximo nivel histórico, su pico. Esto quiere decir que ya extrajimos la mitad del petróleo convencional disponible. Y ahora vamos por el “no convencional”.
Los hidrocarburos convencionales son los que se encuentran sellados en grandes reservorios a pocos kilómetros de la superficie terrestre. Los no convencionales son los que están a gran profundidad en rocas poco permeables que almacenan el petróleo crudo y gas en espacios pequeños, dispersos a lo largo de miles de kilómetros cuadrados. Para extraerlos se usa el fracking.
El fracking, o fracturación hidráulica horizontal, implica perforar un pozo vertical y luego otro en horizontal (de hasta de 3 kms de largo), e inyectar una solución de agua, arena y aditivos químicos a gran presión para liberar el gas. Para evitar que el gas y el petróleo se contaminen, se usan más de 519 aditivos, incluyendo benzenos, xilenos y cianuros.
La Panacea
Para los proponentes del fracking, una de sus mayores y claras ventajas es la posibilidad de producir petróleo y gas en lugares en los que las tecnologías convencionales no funcionan, abriendo así enormes fuentes nuevas de hidrocarburos. Esto se traduce en seguridad energética y nacional para los países. Las operaciones de fracking pues generan regalías para los propietarios de las tierras donde se hacen las extracciones, generan impuestos para los gobiernos, además de crear muchos empleos bien remunerados. En términos ambientales, afirman que el gas de lutitas (gas shale, el que se extrae por este proceso) es más limpio que el petróleo, por lo que contribuye menos a la emisión de gases de efecto invernadero.
No todo lo que brilla es oro
Pero el bondadoso y noble fracking es una operación compleja y costosa, con rendimientos de corto plazo pues se especula que en el primer año se agota entre el 50% y 75% del gas por pozo. Esto implica que hay que hacer muchas perforaciones para seguir extrayendo gas. Además utiliza enormes cantidades de agua, de 9 a 29 millones de litros por pozo. Además de los aditivos usados en el proceso, el agua residual a menudo contiene metales pesados e incluso materiales radioactivos que se encuentran en las capas profundas de la tierra; no se purifica por los altos costos que esto implicaría, sino que se vuelve a inyectar en otros pozos, en el mejor de los casos. No se conocen todos los aditivos, puesto que muchos son “secreto comercial” en EEUU; muchos de los que sí se conocen son cancerígenos y mutagénicos.
Aunque el gas de lutitas sea más “limpio” que otros hidrocarburos, durante el fracking se genera una enorme emisión de gas metano. Desde una perspectiva social, el fracking requiere de grandes extensiones de terreno y el impacto en la roca madre puede causar terremotos. Finalmente, desvía recursos que pudieran destinarse al desarrollo de energías renovables de menor impacto ambiental.
Quizás sea el momento y la oportunidad de apoyar el desarrollo de energías que nos permitan terminar con nuestra dependencia del petróleo.
Fracking
Impacto social y ambiental del fracking, Alianza Mexicana contra el Fracking, Insituto Belisario Domínguez – Senado de la República, Benjamín Robles Montoya (coordinador), mayo 2014,
http://lab.rtve.es/fracking/
http://www.dangersoffracking.com/
http://www.energyfromshale.org/fracking-benefits
Fuentes
Para que tengas más informacion a la mano te dejamos este libro que recientemente se ha publicado. Trata sobre el impacto ambiental y social y su edicion ha sido apoyada por algunos Senadores. Es importante que conozcamos su postura y las implicaciones que la fractura hidráulica para seguir extrayendo petróleo significan para nuestra sociedad.